con la
mirada perdida en el laberinto de tus venas. Y te haces mío, en una ráfaga de
situaciones que cantan con mi cuerpo; cincelando mi carne, como una tela de
placeres solo tuya; tras las paredes de mi vientre volcadas a ti; libre;
saltando universos; tejiendo el tiempo, como una araña que se enquista desde
las entrañas, para devorarte de a poco. Y hueles a pétalos bañados de savia,
sucumbiendo en mis praderas rodeadas de ti; amando el recorrido de las barcas
que atesoran mi refugio, para adentrarte en una estela que se esfuma lentamente
con la tarde.
16.5.24
Mi cuerpo.
Deja.
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