17.12.11

En un roce conocido.


De pie ante ella, dió unos pasos para quitarse de encima la incomodidad que le causaba tenerla delante, mirándolo fijamente, como solo ella sabía, directamente a su fondo...Sí, ella siempre sabía cómo hacerlo.

Esa mujer...era la poseedora de todos sus putos deseos y sus más íntimos secretos. Era la autora de su felicidad en bocetos e instantes y de su ansia de los cojones.

Antes, ahora y dentro de cien años, la que mejor lo conocía. Ella siempre sería el cordón umbilical directo hacia sus más hondas entrañas.

Ella lo miró a la vez con ternura y deseo, rebozándolo con mil mimos, porque notaba aunque disimulara que había estado llorando. Sin decirle que lo sabía, dejando sus lágrimas a oscuras, se acercó y le rozó el alma y cada centímetro de piel...

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