Una mañana cualquiera,
aun inmóvil en mi cama,
la claridad asustada
se refugia de su libertad.
Mantengo los ojos cerrados
y aspiro la pausa,
desperezo primitivo
de mi retén profundo.
Gran viaje,
que se expande por mis pulmones,
húmedo filtro
del terso perfume de tu oxigeno.
Me impregno, te congelo
y sonrío...
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