Deja que murmuren
cuando hacemos del río hábitat amoroso
a deshoras, sin tener en cuenta
ni las crecientes, ni las palizadas,
ni los mordiscos de los peces mismos.
Deja el fuego
que salga de sus bocas,
que digan que somos
el delfín y la morena enamorados
sin hallar el delta.
Que ciegos vamos a la deriva...
como el río sin cauce que arrastra la flora…
y la deja muerta.
Deja que digan
que somos tan distintos sin ton, ni sal...
Tú como el búho huraño
y yo como la alondra cantora,
y que cojeando estamos
en peligro de extinción.
Deja que pisen nuestros talones
en vigilia constante,
y hasta que clausuren todas las fuentes
de la naturaleza, eso nada importa…
Al final se apagarán los ecos
que ripian el amor
cuando sientan nuestro propio líquido
fluir en sus entrañas…
Lo sé
me alebresto
me desatino
enloquezco…
porque ya mis termas bullen pletóricas
en la esponja del punto G
¡Deja que platiquen sobre la plástica
de tal entorno conquistado por Eros…
y hasta que se mojen
en las salpicas de nuestras lluvias internas!
¡Porque cuando se quiere de veras,
los murmullo pasan como caricia de mariposa
en plena primavera!
¡Deja que murmuren,
que ya es nuestro el candor de tal murmullo
y todas las beldades de la tierra….!
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